NACIDOS PARA SOÑAR
Dejaron de lado las costumbres normales para sentir el beat de su corazón.
Los verás caminando siempre en grupo, con un altavoz en la mano que marca cada paso que dan. Podría tratarse de una marcha, o una pandilla, pero no te asustes, ellos se hacen llamar “Hip Hop”.

Dedican cada segundo de sus días para crear movimientos nuevos, siempre en “familia” como ellos dicen. No comparten la misma sangre, pero sí el mismo sentimiento. Ese beat en el corazón que los juntó en la nueva tribu urbana: “Hiphoperos”.
Surgieron en los barrios marginales del Bronx y Harlem en Nueva York. En la década de 1970 inmersos en un contexto de pobreza y desigualdad donde el hip hop fue el altavoz de los jóvenes y una forma de auto-expresión que propondría reflexionar, proclamar una alternativa, tratar de desafiar o simplemente evocar sus circunstancias.
Sus ropas son muy anchas. Usan pantalones caídos, ropa deportiva, camisetas por las rodillas, zapatillas anchas con cordones anchos, y con mucha frecuencia, gorros, en el caso de los hombres. Los hiphoperos excusan su estética con la comodidad.
La base de esta tribu es su música, el hip hop, procedente de Estados Unidos. Busca protestar a través de las rimas del Mc (cantante de hip−hop), plasmada en el rap de estos mal llamados “cantantes callejeros”.
“El rap es mi vida. Muchos me criticaron y me tildaron de vago por mi apariencia, hoy ya he grabado un disco y me siento muy orgulloso de ser un hiphopero”, manifiesta Licky Moreno, conocido Mc peruano.
Ellos son más que una tribu. Son una cultura, una familia que integra no sólo a los amantes del hip hop. Encontraremos también a bailarines de b-boying, los conocidos b-boy y b-girl, acróbatas, artistas del grafitis, y los ya antes mencionados Mc (cantantes de hip hop).
¿TE ATREVERÍAS A VOLAR CON ELLOS?
Mientras espera el cambio a rojo del semáforo Jesús Pinto de 22 años, hiphopero, b-boy y talentoso acróbata, va estirando y calentando para recordar lo que algún día fue eso que lo alejó de lo malo y hoy se convirtió en su trabajo.
“Cuando tenía 18 años mi vida no tenía sentido, me juntaba con gente mala, que hacía daño a los demás, me sumergí en lo que creía me haría olvidar todos mis problemas, hasta que un amigo me habló de hip hop y del b-boying y mi vida cambió”
Lo escucho y veo cómo sus ojos empiezan a brillar de emoción. El no conoce de límites, y me lo demostrará en instantes.

El semáforo está en rojo, marca algunos pasos frente a los conductores de los autos, que muchos veces distraídos lo miran sin saber lo que vendrá después.
Toma impulso, corre, y enseguida lo mágico aparece. Lo veo volar y mi piel se estremece. Puedo detectar las miradas fijas de los conductores hacia Jesús esperando lo que sigue. Él me sonríe, marca algunos pasos más, y ahora nos sorprende con un “rondón mortal”(salto mortal)
Quisiéramos ver más, pero el semáforo cambia a verde y el espectáculo tiene que terminar. Las sonrisas de los espectadores hacia Jesús no se hacen esperar y algunos voluntarios amablemente le ofrecen dinero.
“Empecé en los arenales. Así las caídas dolían menos. Volar es la sensación más increíble que he podido sentir. He caído mil veces, pero me levanté mil veces más”
Conocido como “b-boy Yang”, no es solo un hiphopero, hoy enseña acrobacia y b-boying en la conocida escuela D1 dance de Vania Masias. Es parte de su elenco, vive de su arte y dice que defenderá y amará su cultura por siempre.
ENTRENAR EN UNA BATALLA
Los hiphoperos no ensayan, entrenan. No compiten, batallan. Cualquier lugar es bueno para poner música y bailar. La calle, los arenales, la playa, son sus “centros de estudios”.
Cada fin de mes se organiza eventos donde se compite por premios en efectivo o simplemente la alegría de ganar. Ellos le llaman “batallas”. Además de luchar por un premio los hiphoperos aprenden de otros y comparten lo que ellos saben.
“Lo principal no es ganar la batalla. Buscamos que crezca la cultura. Buscamos compartir”, dice Ricardo Ramirez, hiphopero hace 6 años.
Es una fiesta. Basta ver sus sonrisas para confirmar que no les importa ganar o perder. Cada batalla es un momento único. Ver entregar su alma es cada paso es increíble. Ver un abrazo final después de cada batalla, es simplemente conmovedor.
NOSOTRAS SENTIMOS EL BEAT

Aquí no existen diferencias. Una mujer puede ser tan hiphopera como un hombre. No las excluyen, las integran.
“Empecé bailando ballet. Conocí el hip hop y me enamoré. Usar ropa suelta no me quita lo femenina. Me hace sentir más segura. Me da confianza. No lo dejaría por nada”
Con estas palabras conocimos a Kassandra Marañon de 19 años. Hoy integrante del grupo “ying yang crew”.
La veo caminar como alguien común. Tímida, pero firme con cada paso que da. Suena la música y simplemente no deja de brillar.
Kassandra es una de las tantas chicas que hoy forman parte de esta cultura, asegura no arrepentirse de vestirse “como hombre” y dice ser una hiphopera de corazón.
PURA CALLE 2015

Pura calle 2014: batalla hip hop
Este 5, 6 y 7 de Junio se realizará la tercera edición del primer festival de danza urbana creado en nuestro país. Vania Masías, su fundadora, reunirá a los mejores exponentes del hip hop a nivel internacional.
“Este año esperamos duplicar la acogida. El parque de la exposición vibrará. Queremos que todos los hiphoperos de corazón estén ahí. El público vera puro talento durante esos tres días”, nos cuenta emocionada su fundadora.
Los hiphoperos ansían estos días. Es la oportunidad perfecta para demostrar todo lo que han aprendido hasta hoy.
“Tomar las clases de “Niako Lamarre” (exponente de hip hop) es algo que siempre soñé. Bailar y que él me vea será algo realmente emocionante” cuenta José de la cruz de 19 años y hiphopero desde los 10.
Habrá clases maestras con los mejores bailarines, concursos de coreografías y las esperadas batallas.
Los ganadores podrás viajar al extranjero a representar a nuestro país en distintos festivales.
Serán tres días cargados de adrenalina. Tres días donde veremos puro talento reunido en un mismo escenario. Lo mejor de la cultura urbana estará ahí.
Ser hiphopero no es una decisión. Es un sentimiento. Pudieron elegir cualquier otro estilo de vida, pero ellos eligieron sentir el beat de su corazón. Y tú, ¿serías capas de sentirlo?